jueves, 27 de diciembre de 2012

Ficha Técnica - Can Solar


Can Solar, Carlos Godoy, 17Grises Editora, Bahía Blanca, Buenos Aires, 2012.
Formato Editorial: Encuadernación más cuadrada que rectangular. Amistosa y cómoda. Tapa blanda, pero resiliente. 
Bio: Odiador de Mamá o Papá. Gran revisitador de la literatura contemporánea. Laureado moderadamente. Nació en Córdoba, 1983.
¿Cómo llegó a la Proxemia? : A alguien le pareció bien comprarlo.
En serie con: Glaxo, o cualquier cuento de Alan Sillitoe.
Animales/ Organismos a los que remite: Esqueletos, extraterrestres, perros, pueblerinos.
Estructura: Cuentos cortos que comparten el leitmotif de la pertenencia a un pueblo del interior.
Contenido/ Temas: Todos los cuentos se centran en personajes chatos a punto de tener revelaciones que no se concretan, o que se concretan decepcionantemente. Coquetea con los mitos labrados entre grupos de jóvenes en espacios rurales reducidos como único recurso para atrapar el lector.
Estilo/ Interacción: Simple, remilgado, seriamente comprometido con retratar un pasado legendario e ideal, y fantasioso, por supuesto. Contiene al lector dentro de una prosa acogedora pero que no lleva a ningún lado.
Punch: No. De hecho, no sobresalta, ni inquieta, ni lleva al cuestionamiento del sentido de la vida, ni inspira a escribir.
Nos preguntamos: ¿Para qué ciertos personajes se embalan en empresas trabajosas y con aparente sentido, como limpiar un esqueleto, o recorrer largas distancias en bicicleta, y quedan en el mismo lugar?
Nos respondemos: Para demostrar que en la vida ningún esfuerzo cuenta para algo. (¿no?)
Anclaje socio-histórico: El interior, en la década pasada.
Estado de la materia: Sólido. Se atasca en descripciones de personajes-nada y en la sucesión de las porciones de tartas que se comen.
Digestión: lenta.

martes, 25 de diciembre de 2012

¿Qué es la literatura humorística?


Ante todo hay que discriminar qué es humorístico de manera intrínseca y qué, independientemente de haber sido concebido para hacer reír o no, nos causa gracia.
Por un lado, están las obras humorísticas, como la narrativa de Fontanarrosa o algunos cuentos de Borges, que tienen como objetivo principal o accesorio provocar risa en el lector. Por otro lado, encontramos el género de la picaresca, cuyo único objetivo era hacer reír, pero sin éxito para nosotros, como El Lazarillo de Tormes, Oliver Twist, o algunos ejemplos de la poesía gauchesca.

A otro nivel, impactamos con autores que sin intentar generar carcajadas, lo hacen ineludiblemente. Y nosotros risoteamos con ruido aunque perdamos el punto de inflexión de tal obra, que desde ya debe ser otro, más elevado y casto; es el caso de Cómo me hice monja, Qué hacer y The Importance of Being Earnest. Este recurso funciona a más de un nivel, y nos deja con un sentimiento de satisfacción digestivo-literaria sin precedentes.
De todas formas, no todo escritor que intente hacer reír a sus lectores puede ser considerado un autor humorístico. No, no, no. De hecho, hay muchos autores que simulan problemáticas textuales con tamaña falta de compromiso que uno nunca llega a empatizar con él o ella, y en consecuencia, alcanzar incluso un gorjeo de risa se torna imposible. Tal vez uno ronque, inhalando, con una media sonrisa. Y listo. Nos da la sensación de que esos autores plantean hilarantes situaciones que son ajenas y por consiguiente no se logra la identificación. Hemos denominado a estos autores: Autores Macanudos. Podemos contar entre sus huestes a: Dolina, Bioy Casares y Cortázar en, por ejemplo, Un Tal Lucas.
¿Cuánto suma el elemento humorístico en la literatura? Muchísimo. Pero no como tema central. Por lo general, si el objetivo es hacer reír, se fracasa tristemente. Pero, incluso dentro de un contexto dramático, lo humorísticamente desfamiliarizante y ridículo, suma.

Esbozo para una serie de la literatura humorística argentina (con plausible modificaciones y agregados):

a) Orden cronológico:
  • Fausto, E. del Campo
  • Entre-Nos, Excursión a los Indios Ranqueles, Lucio V. Mansilla
  • Papeles de Recienvenido, Museo de la Novela de la Eterna, Macedonio Fernández
  • Adán Buenosayres, L. Marechal
  • Crónicas de Bustos Domecq, Borges y Bioy Casares
  • Leónidas Lamborghini
  • Tadeys, Osvaldo Lamborghini
  • Copi
  • Fontanarrosa
  • César Aira
  • Alejandro Rubio (aunque algunes no se rían)
  • El Aleph engordado, Qué hacer, Pablo Katchadjian

domingo, 23 de diciembre de 2012

Ficha técnica - Literatura Argentina


Literatura argentina, Pablo Farrés, Pánico el Pánico, Buenos Aires, 2011.

Formato Editorial: buen arte de tapa, buena ilustración (de Nani Lamarque) pero de un material muy blando: quedan dobladas sobre sí mismas. 

Bio: nacido en 1974, residente de La Matanza; esta es su segunda publicación después de El punto idiota (2010), del cual no tuvimos noticias.

¿Cómo llegó a la Proxemia?: por reseñas y a causa de su título rimbombante.

En serie con: la vulgata sobre la "Literatura argentina" desde Saer hasta Fogwill, pasando por Aira, O. Lamborhgini, Piglia, etc.; y, en otra línea, con la teoría literaria francesa de corte post-estructuralista + Giorgio Agamben.

Animales/ Organismos a los que remite: a la zarigüeya, que roba huevos con rapidez y en las sombras, es acelerada y desagradable.

Estructura: oscila entre la novela y el ensayo, de primera a tercera persona -atravesando capítulos monologados; se divide en cuatro partes cuyos títulos coquetean con lugares comunes del discurso crítico sobre la literatura nacional y sus obras cumbres: "Un matadero", "Otro Menard", "Nunca, nada, nadie", "La llanura del chiste".

Contenido/ Temas: dos tramas principales que se entrelazan de una manera un poco forzada: un niño que desarrolla esquizofrenia por haber sido criado como perro por su padre -o un niño que cree, por consecuencia de la esquizofrenia, haber sido criado como perro-, y la reescritura de la "totalidad" de la "Literatura argentina" por parte Rodenlan/Bauer, el/los protagonistas: los títulos nacionales más conocidos y afamados de los '70 para acá aparecen como el producto de la escritura clandestina de este sujeto con coprófagas opiniones acerca de nuestro provinciano campo literario y quien, además de esquizoide, es autista... pero habla hasta por los codos.

Estilo/ Interacción: entre las dos líneas diegéticas no se termina viendo una relación necesaria, sino más bien un apareamiento arbitrario (fundamentado en el análisis teórico de publicar=cagar=comer mierda, en el que confluyen tanto el niño-perro-come-caca como los escritores argentinos de la hora) en donde encuentran una relación dudosa a nivel argumental e inexistente a nivel formal. Se ignoran los recursos de cohesión (referencia, elipsis, sinonimia, etc.), todos los personajes hablan igual (en largos párrafos abundantes en comas y abstracciones) y el cierre de los capítulos suele ser pretencioso e inefectivo: "El resto, según Padilla, todo lo que durante tanto tiempo se ha dicho de Rodenlan, no es más que literatura." (p. 104), ¡cuántas veces más vamos a tener que leer ese chiste malo!

Punch: sí al principio, en el vínculo entre el padre entrenador de niños-perro y la madre en silla de ruedas, quienes tienen discusiones delirantes y muy graciosas; en adelante, nada.

Nos preguntamos: ¿qué pasa con el personaje de la madre después de morir y ser enterrada en el jardín?

Nos respondemos: claramente no resultó de mayor interés para el autor y -con mucho pesar por parte del lector- tuvo que ser sacrificada y sometida a descuartizamiento espontáneo.

Anclaje socio-histórico: nebuloso: entre los '70, hoy y el futuro próximo (2015-2020); en Arg. y Alemania.

Lo bueno: el nombre del personaje: Rodenlan. 

Estado de la materia: sólido.

Digestión: indigesto.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Tratado sobre los estados de la materia


Hemos convenido que los textos pueden clasificarse en 4 grupos de acuerdo a la densidad de su constitución: sólido, gelatinoso, líquido o gaseoso.


Gaseoso: Un texto se encuentra en este estado cuando amaga con embanderarse en muchos estilos o propuestas pero no termina comprometiéndose con ninguna. Varios podrían decir que lo post-moderno es gaseoso, pero se trata de algo aún menos sostenible que las vanguardias del pastiche. Entre estos, podemos encontrar a Finnegans Wake, La Náusea, El aire.

Líquido: Es el estado de los textos que fluyen armoniosamente. Da la sensación de que el texto está vivo dentro de sus recursos y de que respira naturalmente dentro de la elección de personajes, estilo, narrativa. Ejemplo: The Crying of Lot 49, As I Lay Dying, Cómo me Hice Monja, La Ciudad de las Ratas.
Gelatinoso: Los textos en este estado son tibios. Lo único que los diferencia de las demás categorías es que los que caen en el estado gelatinoso tienen altas chances de haberse vuelto líquidos con un golpe de horno. Calor es lo que les hace falta. Ejemplos: Bajo este Sol Tremendo (si el personaje principal hiciera ALGO), Trampa de luz (¡lo mismo!).

Sólido:
Se encuentra en este estado el texto que es de naturaleza hermética, que se atraganta en su desarrollo y está ahogado ya sea en un estilo inconveniente, una trama insípida o en personajes-nada. Ejemplos: Can Solar, El Tiempo. También se considera sólido a un texto que está dividido en partes de diferente estado, las cuales pueden estar mejor o peor logradas pero que, en el conjunto, carecen de equilibrio, como Respiración Artificial.

jueves, 20 de diciembre de 2012


Conmemoración

El singular dispositivo Copi
Veinticinco años después de su muerte, que se cumplió el pasado 14 de diciembre, la cara de Copi aún no consigue figurar dentro de los billetes de cien literarios: toda su escritura sigue incomodando a la crítica académica que lo etiqueta, con cara interrogante, de “extranjero”, “exiliado”, “transgresor”. Son pocos los que se dejaron arrastrar por la fuerza de su imaginación, que bien comprendida rompe el resguardo teórico para engendrar máquinas revolucionarias de lectura (María Moreno, Patricio Pron), de escritura (César Aira) o ambas (Daniel Link). Resulta difícil encontrar líneas de lectura que no desdibujen su voz en los tradicionalismos teóricos, donde categorías como literatura nacional, autor y obra aún mantienen los esquematismos binarios y los modos bienpensantes que todo Copi no dejó de socavar. En el cruce de distintos soportes (cómics, prosa y obras dramáticas, menos la poesía), trabajó tanto la palabra como el dibujo, formas que combinó en un trazo flexible a su imaginación. Sesenta años después de haberse radicado en París, como señalan, quizá convenga hoy conmemorarlo reestableciendo su centralidad dentro del devenir de lo latinoamericano y postularlo más como un dispositivo que como un excéntrico.

Fuerza pop
“Me cago en la política, haga saltar París si le viene en gana, yo quiero a Conceiçao do Mundo”, grita Copi desesperado a lo largo de toda La guerre des pédés (1982), en que persigue locamente enamorado a esta hermafrodita de catorce años, amazónica, sumamente dulce y violenta, que nada sabe dejar en pie, ni identidades, ni sexos, géneros o instituciones. Es esta concepción del mundo la que se desvanece cuidadosamente a la hora de leer su literatura, como si los temores de abandonar lo humano, que el mismo Copi conjuró, nos siguieran acechando. Lo que se dice su “incorrección política”, más bien, es un alejamiento de las figuras del militante y del exiliado que poblaban París, pero también el mundo. Así se ve en el mapamundi que Copi diseña en la pequeña novela epistolar L’uruguayen (1972). Después de la catástrofe, el pueblo uruguayo, en términos generales, queda conformado por militares y cadáveres que reviven, una banda de alienados incapaces de comunicarse porque perdieron la palabra. Solo logran recuperar frases gracias a las enseñanzas del mismo Copi (“usted ha perdido sus cabellos”, “usted ha perdido su marido”) y reestablecer el mecanismo de la comunicación a través de un juego: sentarse en círculo y repetir la frase aprendida al compañero de al lado. Como los chicos, juegan a la descomposición. El lugar estático de la memoria y del lenguaje asquea a Copi, y de él rehúye de modo incansable. Su postura anárquico-nihilista, que lo impulsa a escribir un texto dramático como Eva Perón (nuevamente, según cuenta la ya famosa anécdota, mal recibido por el público en 1970 cuando se estrena, con la actuación de Facundo Bo, en el teatro l'Epée-de-Bois, a cuyos alrededores aparece pintada la insignia “Vive le justicialisme”), señala en todo caso el modo en que Copi ocupa lugares: su imaginación solo puede acontecer dentro de la selva amazónica en la Luna, donde finalmente decide vivir, en La guerre des pédés, con su Conceiçao do Mundo luego de viajar en una nave espacial y de deshacerse, con mucha sensatez, de las Brigadas Homosexuales (de los militantes homosexuales). En ese espacio desterritorializado, Conceiçao puede soltar a sus anchas un orden de puro goce y deseo que ningún sujeto es capaz de asumir (ni marica –según se tradujo la pieza-, ni loco). De lo que gozan Conceiçao y Copi antes de dormirse, en la escena final, es justamente de la inexistencia de todo trascendental, que deja el escenario abierto a la realización de los imaginarios. Por eso, la imaginación copiana arma una serie dentro de la estética trans: lo transhumano se alcanza transformando, transfiriendo, transmutando, pero nunca transgrediendo. Catástrofe y crisis toman preponderancia en ese hueco que se abre al desaparecer los universales: todo está desorganizado, desclasificado, batido (y, en este sentido, no es, no puede ser, camp). Lo único que permite continuar es la risa vital que trae consigo lo pop. El humor copiano no es uno de sitcom que vuelve insignificante lo serio. Por el contrario, el riesgo está en que de risa podemos llorar, mearnos, morir. No hay peligro mayor que la “risa contagiosa del tercer mundo” del archienemigo de Copi en La guerre des pédés, Vincio da Luna, quien busca de mil maneras (regalándole diamantes, drogas, una cabeza) controlarlo y someterlo, para alejar de él a su Conceiçao. Risa que, lamentablemente, muchos profesan cuando leen a Copi.
Del mismo modo, el mito francés (que repite que todas sus piezas fueron escritas en ese idioma, menos unas pocas como La vida es un tango) rodea la imagen de Copi de rareza y lo convierte en una contradicción a través de sintagmas como “clásico alternativo”. En todo caso, ese gesto debería leerse más como una relación deliberada con el mercado y la masa que como una vía para seguir pensando los problemas ya caducos de literatura y lengua nacionales (porque, si como el mismo Copi declara, su lengua materna es el español y su lengua amante, el francés, nada impide que madre y amante transmuten y sean la misma lengua). Sus dibujos, cómics y personajes están en estrecha relación con el maravilloso y alucinógeno mundo de Disney, caudal imaginario de lo popular, en el que Copi reconoce, al menos, tres elementos esenciales a esta lógica transhumana: la velocidad, el puro presente y la reconciliación de las especies. Con la literatura argentina Copi establece el mismo vínculo que con la cultura popular (de la que se sirvió socarronamente para sobrevivir): la traduce, es decir, la somete al doble juego de pérdida y ganancia, rompiendo así con su sistematicidad, desviando sus lugares comunes, fijos y normalizados, para que adquiera una posibilidad revolucionaria. Traducir, en Copi, es transformar, estallar. Como su abuela, Salvadora Onrubia, que le da el nombre de Copi, él le dará a Borges una hija, Raula Borges, que deriva de la traducción de su propio nombre, Raúl Damonte Taborda. En ese don se encierra la única sociación posible de Copi con la literatura argentina o con la cultura popular: volverlas monstruosas. El mismo método se aplica a la lengua, que se rateriza. Las cartas que Gouri escribe al traductor de La Cité des rats (1979) no son de desciframiento fácil, ya que al ver al revés que los humanos, las ratas, cuando aprenden a trasponer su pensamiento en literatura, “dan vuelta la frase entera”. Más allá del hecho de que Gouri sepa hablar francés e invierta las estructuras sintácticas, lo que interesa es que todo aquello que salga de las bocas sin labios de las ratas será siempre una transformación. Una vez pronunciada esa lengua, el mundo se queeriza: entra en mutación constante. Y adquiere nuevas posibilidades.
A la abuela, también le merece el haber sido su primera lectora y la primera que rió como loca, iniciático puntapié de otro vector esencial de su imaginación: las locas, esos monstruos monstruosos de Cachafaz (1981), que imaginan un espacio (el conventillo), cuerpos y una política de la carne que solo en un conjunto de las literaturas pos2000 latinoamericanas, las de raigambre pop, alcanza nuevas dimensiones (pienso en Dalia Rosetti, Alejandro López, Gabriela Cabezón Cámara, entre otros). Quizá, para terminar de conmemorar a Copi, haya que empezar al revés, invertirlo: leer los problemas contemporáneos y reconocer ahí elementos de la imaginación copiana, que proliferan en nuevas concepciones de mundo a las que algunos, todavía, rehúyen sus miradas. Y sabemos, Copi nos los enseñó, que las miradas son esenciales para sobrevivir.

martes, 18 de diciembre de 2012

Uñas




-El rostro no sé qué imagen siguió – dijo la obstetra, mientras sacaba de mi espalda pedazos de placenta coagulada- pero las uñas igualitas a las de su mamá. Ella, mamá, no escuchó; estaba, larga en la camilla, extasiada de cesárea y llanto.
Ocho años después, cumpliría el designio: sin temer la furia de los gigantes, quizá en lo que sería mi primer acto de rebeldía y el origen del sobrenombre La Pasionaria, que nunca reivindiqué; como si en el horizonte dos fuerzas hubiesen entrado en contacto dando una baja de luz, cerré la puerta (empujé, estallé los goznes, hice temblar los muros) en donde empezaba la nariz de mamá. Ella no diría nada, porque el meñique perdió habilidad y no salió a tiempo del límite. Ese día perdí dos falanges. Cuando el dedo volvió a nacer, la uña ya no era como la de mamá: había adquirido grosor con una forma ovalada que nadie en la familia tenía. Y supe: eso era lo único que conocería de papá, su figura pigmea en mi mano.

septiembre 2012

lunes, 10 de diciembre de 2012

Ficha Técnica- Le Viste la Cara a Dios




Le Viste la Cara a Dios, Gabriela Cabezón Cámara, Isla de la Luna, 2012.

Formato Editorial: Cuidadísimo. Tamaño regular, de colores necesariamente fuertes (rojo/rosa), sabe recuperar una tipografía semiafiche (por la dimensión) y que remite a los textos periodísticos de los viejos años. A destacar, el dibujo de tapa, una San Jorgia (como el príncipe de la Bella Durmiente, la de Disney, pero mujer, obvio) que clava su espada filosa entre las entrañas (o el corazón) del dragón (del hada maléfica que encanta a la Bella, a ella misma, Jorgia).

Bio: escritora y periodista argentina, nacida el año de rebeliones, 1968, pero en San Isidro. Estudió Letras en la UBA y publicó su primera novela, La virgen cabeza, en 2009. Participa de una página: http://www.creatividadinternacional.com/profile/GabrielaCabezonCamara, donde dice que acaba de reunir una antología de nombre Verso y reverso.

¿Cómo llegó a la Proxemia? : por Radio Bemba.

En serie con: Walsh, en el intento de incidencia, de acaecimiento; la sentencia del juicio por el secuestro y trata de Marita Verón (a quien se dedica el texto, en el epígrafe ).

Animales/ Organismos a los que remite: vacas: matadero, matarife, matasiete, resfalosa, sangre, pija, desgarro; uso, comercialización, sexo, drogación y alimentación de la carne.

Estructura: pequeño relato en tres actos, narrado en segunda persona.

Contenido/ Temas: la trata de personas y la ambigüedad ética que nos genera asumir cualquier política de la carne. Historia de secuestro, tortura, sometimiento, prostitución de una joven mujer que es rebautizada como Beya en un puticlub de Lanús, en una escena que cifra todo el imaginario del relato: la perversidad del cristianismo unida al terror terrorífico de los relatos populares e infantiles como La bella durmiente. El último acto es un canto de esperanza y una constatación de la situación opresiva  en que nos encontramos todos.

Estilo/ Interacción: la voz narrativa, que se lleva todos los galardones, exprime la seriedad propia de la estética pop, y se vale tanto del archivo cinematográfico (Kill Bill) como literario (el texto está plagado de citas que intentan dar voz a la tortura y a todo aquello que los medios sigilosamente omiten). La lengua, también, se puteriza, se villeriza, se vuelve popular.

Punch: sobre todo, al final.

Anclaje socio-histórico: la trata de personas en América Latina y la inminente sentencia del juicio por el caso de Marita Verón, joven tucumana que fue secuestrada en abril del 2002.

Digestión: lenta.