Esta vida
desdichada de que, después, hay que dejar algo, yo estoy pensando. ¿Por qué?¡Atención!
Sí, reflexiona, piensa siempre mal,
castiga, distraído, de ninguna manera, María Julia, el cerebro controla, regula,
cuando está sano, los resultados. Problemas, parálisis, afectan la capacidad,
son genéticas, cerebrales, en algunos, permanentes. El origen en la práctica, o
más años, previamente normal, frecuente en la vejez anciana, está grave;
pública, ni les cuento. Botarate, huerguista, aturrullado, lelo, mentecato,
indocto, elfo, cabezota, ignaro que no hay jovata para vivir con teenangels.
Geriatría y vos, divino; de una enfermera a los 18. El quinteto sagrado. Estas
cámaras, a ciegas, ambos dos, ahora, sin abrir la boca, manifestarse la cruenta
al otro. Entonces, apertura bucal, María, atención ¿Te gusta? Besos para las
fans agradables. Hay pareja, repleto de odio, nueva. Ellos dos nunca en sus
vidas acaban de verse. Indagar en las reacciones a través de los ojos. Si. ¿Es
lo que esperabas? Encima con pretensiones, si vos no mintieras, el reglamento,
un pequeño beso, más ocho. Tómense un paso. El centro de 35 años es una
canción, demonios ¿Qué pasó?
martes, 30 de abril de 2013
viernes, 19 de abril de 2013
Prontuario - Ariel Idez- La última de César Aira
Cae en la mesa de nuestra casa La última de César Aira. Ponemos la pava en el fuego y, con fruición, empezamos a pasar los renglones... hay algo raro: no suena a Aira... sí una tonada de fondo, pero mucho más gaseosa que el César que conocemos. Así que volvemos a la tapa: ¡Ah! Era La última de César Aira, de un tal Ariel Idez. Esclarecida la confusión, retomamos.
Después de 211 páginas, elaboramos un
Prontuario de la Proxemia
Agravantes:
- Nombra a los personajes a partir de una característica, "Típico puto nazi".
- Introduce puteadas solo para hacer un chiste.
- Describe actividades cotidianas intrascendentes mal escritas: "De vuelta en su casa, inapetente y preocupado, Dante apenas picoteó unos cubitos de salamín y queso, acompañado de una botella de un buen vino tinto que guardaba para mejores ocasiones."
- Dota al personaje de características que solo sirven para hacer chistes malos.
- No se la juega; el Típico Puto Nazi hace comentarios racistas y el Enano más Sexy del Mundo se ve obligado a censurarlo.
- Personajes marginales al pedo para favorecer una diversidad simulada. Chueng -el taiwanés- y el afroporteño.
- Escribe vago.
- Lugares comunes: "Permanecía en el mismo lugar... como una liebre encandilada" p 118; "Perdí como en la guerra." p. 120.
- Desestima los propios recursos: el Enano desmerece la alegoría de Chitarroni luego de su extensa exposición.
- Pone escenas de sexo que no son buenas. Por ejemplo, el encuentro del Enano más Sexy del Mundo y Maira.
- Dice en vez de mostrar. "La iluminación era pésima". p. 127. (¡La novela también!)
- Usa el estilo del autor como si fuera gratis, lo enviste de nimiedades.
- ¡Compara a Aira con Martin Amis!
- Peroratea sobre el negocio editorial como si se tratara de una kermese.
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Estilo/ Contenido: Simplista y paródico. Quiere emular a Aira pero lo único que logra, en vez de las enrarecidas lógicas de la Máquina, son discordancias en tiempo y espacio, las operaciones fútiles de un personaje feliz (¡horror!) con nombre autorreferente -porque evidentemente el lector no sabe deducir - y una alegada rareza sobre la figura y escalafón de los paseadores de perros. Esto último sería interesante si se tratara de una composición de cuarto grado.
Estado de la materia: Gaseoso. Nunca toma forma.
Digestión: Indigesto.
Para leer en voz alta: Sí, junto a la sentencia.
Veredicto: Epígono de pacotilla.
Sentencia: Que lo paseen con correa.
Claramente, podría realizarse este sumario con cualquier novela (¡abundan!). Sin embargo, la elección de un escritor argentino vivo como motor de la narración nos hace interrogarnos acerca de las posibilidades de realizar una buena novela que introduzca referencia tan explícita, redundante y ostensible del campo literario. Continuaremos con las exploraciones al respecto.
Y que sea la última...
Y que sea la última...
lunes, 15 de abril de 2013
Samuel Beckett- Sueño con Mujeres que ni Fu ni Fa (Dream of Fair to Middling Women) 2012- (Tusquets Editores)
Formato Editorial: Lujosa edición con brillo- lustre
de Tusquets Editores, con esas solapas tan cómodas para usarlas de señalador.
Novela de extensión media separada en los capítulos Uno, Dos, Und, Tres e Y.
Bio: Parangón resplandeciente de la literatura irlandesa
del siglo XX. Como todo autor irlandés que se precie, vivió y escribió desde el
exilio. Premio Nobel. Laureado por doquier. Acuñador de un estilo plagado
de polifonía, incoherencias y
neologismos.
¿Cómo llegó a la Proxemia? : ¡Es Beckett!
Hay que leerlo.
En serie con: Finnegan’s Wake de su amigo del alma.
Animales/ Organismos a los que remite: Morsas, de
formato genoide e irlandeses mojados.

Estilo/ Interacción: Entre
diálogos que rayan lo paranoide y pausas narrativas disparatadas, el estilo
absurdo de Samuel Beckett vuelve a internar al lector en la vida de un grupo de
personajes de múltiples orígenes Europeos, que se desparraman por el viejo
continente sin una razón aparente. Un agudo uso del fluir de la consciencia nos
obliga a leerlo de manera lenta. Como si eso fuera poco, para apabullar al
lector también hay citas en potros idiomas europeos y, en ciertas ocasiones, no
se contempla la posibilidad de separar palabras entre sí. Las pausas del
narrador se inflan por la necesidad constante que tiene Belacqua de encontrar
un concepto o imagen de lo que sería, a su entender, la felicidad.
Punch: El concepto de uterotumba, o que escribir una obra
poética sea un equivalente. Las infinitas maneras reflejadas de dejar a una
mujer insatisfecha. El uso del adjetivo apepinado.
Nos preguntamos: ¿Cuán intenso era el
extrañamiento desde la mirada de Beckett?
Nos respondemos: Altísimo, principalmente, porque al
momento de escribir esta novela, no estaba establecido definitivamente en
Paris, por lo tanto, albergaba una idea romántica del exilio.
Anclaje socio-histórico: Varias
ciudades de Europa, en varios años comprendidos entre 1918 y 1932.
Estado de la
materia: Líquido.
Digestión: Rápida.
lunes, 1 de abril de 2013
Costra
Tenía peces porque se comía las cascaritas. Rayaba la piel lateral para
desprender la corteza de sangre entera, plaqueta sobre plaqueta trabajando, y
así moverla con la lengua entre las paletas sedosas y lisas. Saboreaba la vejez
de esa rugosidad que estaba a punto de desvanecerse. Con el tiempo –siete
redondos años que se sucedieron intransigentes- había labrado más de una
técnica: también, a veces, juntaba cascaritas del tamaño de una miga, empalaba,
y metía a flotar el escarbadientes coaguloso dentro de la pecera del hermano.
Si tenía suerte, el escarbadientes se enviaba por una ola que ella soplaba o
sacudía hasta encallar en la carnosa córnea coral de algún pez. Si no,
conseguía sacar la estaca mucho antes de que la vieran.
La madre no preguntaba por qué morían los peces. Los levantaba con una
mano para nada trémula, los depositaba dentro del inodoro y apretaba el botón.
A la veterinaria iba lenta y rutinaria a comprar más mercadería. Ella, en
cambio, preparaba nuevas lastimaduras. Su torpeza era incuestionable.
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