La heladera, una koinhor,
tuve que pagarle; estaba examinando la puerta, está mal, claro. No
es que la otra heladera recomienda con los burletes. Yo no te puedo
dar una garantía. ¿La puerta o la heladera? Un estante, una
biblioteca, un pelotudo a la semana agota. Matala cuando saque la
estafadora. Claro, no. Ahí dije: no, en ese barrio le haría una
apuesta: salio tal libro; el que perdía tenía que. Ganaste. No,
todo bien, no quiero, ni que compres un libro, anéctoda muy
divetida. Rosados el punto: es que, a ver, para Gambarotta, no
entendí mucho; no colores, no es que si, nada, mañana al canal;
casa de video, remagnetizar. Hay que cambiar, hay que tener mano, es
como el chip, yo ya lo rompí. Que un amigo estaría con doble
anteojo, media hora, un apodo buenísimo: la cosa no se ve un carajo;
la chancha Harry hace como dos meses, en un foro, le decía: se
compró todo mi vieja; me dio un intercambio. Catorce años cobraba,
re barato. También ese fue genial. La tengo que llevar a doscientos
grados que me dejó un cliente. A todo o nada. A mí no me gustan los
apodos Carlitos; ese mundo de los foros, con regalos, fotoeléctrica.
A la ferretería: necesito que me des aparatos, unos cables
peligrosos, ¿un poco de miedo, canilla? Se abre sola, cosa que se
riegue. Canilla tiene uso: yo lo arreglo; me salió el técnico. Lo
que pasa es que te cobraba, no dinero, fechas: menos de trescientos
pesos no costó ese arreglo. Ahora, o sea, hasta yo fui a un lugar.
¿Cómo se llama? El rey del control remoto. No podía creer años,
pero eso era. Hay cosas que no sé hacer; es para registrar las
llamadas, suecos. Está reprobable. Bueno, pero felicitaciones. Esa
como crítica si te venden una heladera mala.
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